
Abandono sí, pero a los pasillos traidores, monto ahora el abandono al vacío, el abandono a dios y a sus sombras.
Viajo más allá de los falsos solidarios, del desinterés y la igualdad. Del ateísmo ciego, de la fe postrera.
La búsqueda no soy yo, no viajo a mí, ni desde mí. Viajo a las formas escondidas en las oraciones de los límites, en las fronteras del sentido. Viajo donde lo calmo es tormenta, donde la tormenta es calma y donde la contradicción es objeto de sí misma.
Quiero tomar los brazos del íntimo sentido y hacer que me tomen, incluso me asfixien. Morir en el sentido de la solución, en la solución de la distancia, en el insomnio del hermano, en la penumbra del genio. Viajero de mí mismo, me veo sin moverme.
Cada día el sabor es más intenso, mis piernas más delgadas, mis saltos más altos. El reto a la vista, la vista del tiempo.
Visitar tu cuerpo, tentarlo en mi sueño, infinitos sueños, trances de instantes.
Voy viendo a la vida y me parece una idea, el tiempo palabras, las palabras palabras.
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