
Es valido experimentar enojo, es valido sentirse frustrado, es valido sentir tristeza, pero no es posible deslindarse de la responsabilidad del mundo.
Podemos decir y es valido que todo esta mal.
Este año se ha sumado a la lista la crisis económica y sistémica.
Pero lo que nos mata somos nosotros mismos, yo he dejado de creer en el ser humano, en la humanidad, es obvio que tenemos un destino fatal, es claro que las cosas no puede mejorar.
Casi nunca,
casi nunca he querido dejar de creer, pero hoy he visto sin miedo al precipicio.
No vi ni escuche el fondo, pero vi a muchos cuerpos , me vi a mí dentro.
Mi boca escupiendo, mis entrañas, vi mis ojos rodando, sangre y lágrimas tiradas entre la podedumbre, entre otros muertos que ya no se pueden reconocer.
Vi y sentí la carne llena de gusanos,la trague y probé como a cada bocado se engullían en mi espíritu las penas de otros, desgarraba su piel y buscaba más de donde comer.
Hambriento de más pena, de más dolor, de más miseria.
Caía envuelto entre el manto de mi propia locura. Víctima sólo de mí mismo. De mi inferioridad, de mi pereza, de mis anhelos, de mi ansiedad, de mi desesperación, de mi falta de fé.
Por que dios ha despertado y me ha dado la espalda, una vez lo maldije y no esperé ni espero en él.
Su palabras vagan en mi olvido y yo vago en el suyo.
Somos dos partículas que no se conocen que casi no se ven y que pueden no ser nada.
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