lunes, 12 de noviembre de 2012

Atómicos y sangrando




Mil dioses tengo en las yemas.
Mil alfabetos conocen mis dedos mas de ninguno soy capaz cuando lo intento.

Soy una cita mal hecha de mí.

Soy una cita falsa de mí.

Me prometo abandonar el circo y recluirme en la jaula de mí, de nuevo.

Nunca debí salir.

Símbolo de todo, templo y dios de sí mismo.

Vuelvo triste y desengañado.                                             

Pagué con los sueños que no sabía que tenía la libertad, a la que ahora escupo.

Hemorragia, mito, dios tuberculoso.

Me volví actor de mí.

El que soy es público del que es.

Soy entretenimiento,             Intermedio, tal vez, de lo que quisiera ser.

Espectáculo, tragedia.

Soy una obra a la que nunca deseé asistir. Ópera de mí. Comicidad.


Soy un público triste expuesto a un acto aciago que no puedo dejar de interpretar.
                                                                 lóbrego


Y, si existen los que se atreven a abandonar el escenario no los conozco, ni los puedo saludar con el pensamiento.

Porque, pienso, que ni cuando muera dejaré de ser actor de mí.

Pienso que hay un templo entre dos comas, dios del hombre que es piel de sí mismo.
Tu cuerpo será menos recipiente de mediatez que templo de diálogo con lo eterno