
Si alguna vez fui carne, así lo deseé.
Si alguna vez algo dije, fue porque yo no estaba.
Creí en algunos dioses, en los que pude creer.
Pasó lo que es tiempo y articulé un mundo,
siempre la secreta sospecha de soslayo. Ese temblor
en el corazón, muy breve; más definitivo que todos los latidos.
Amé el cielo, sus detractores y las aves,
para dejarme seguir dudando.
¿Por qué olvidé y empecé a vivir?
Qué música erosionó mi eternidad.
Para qué arrodillarse; recordar el cielo,
dejar a las manos subir, intentar asirse, soltarse.